domingo, 29 de julio de 2012

Mar

Dieciseis primaveras me contemplaban cuando escribí este poema. Ha pasado una eternidad desde entonces pero sigue enamorándome el olor de sus cabellos de olas rizadas brillando bajo la luna y embriagándome el contoneo firme de sus caderas paseando hasta esa orilla donde muere para volver a nacer. Transcurrida media vida le cantaría al oido canciones de un amor más sereno aunque igual de apasionado porque mis sentimientos no sólo no han cambiado si no que se han engrandecido. Y él me sigue siendo fiel.


Mar inmenso de suave susurrar
que acaricias con tus olas
la orilla y la haces llorar;
prométeme que de mí
nunca te olvidarás.
Mar, tú que eres el sueño
mar, tú que eres la paz
la ilusión de tantas vidas;
prométeme que de mí
nunca te olvidarás.
Mar que de noche reflejas
misterio, fuerza y piedad
y tienes tantas agallas;
prométeme que de mí
nunca te olvidarás.
¿Por qué te temen los hombres?
¿Por qué yo voy a llorar?
¿Por qué no se para el tiempo?
Sé que este instante mágico
mucho no durará.
Tu alma,
escondida en el fondo de ti está,
tu sangre corre viva
y nunca se parará.
Aunque nunca vuelva a verte
muy dentro de mí vas,
como un sueño de piratas
como una lucha sin final
como un sentimiento
difícil de controlar.
Mar inmenso de suave susurrar
que acaricias con tus olas
la arena y la haces llorar;
prométeme que de mí 
nunca te olvidarás.
                                          26 de mayo de 1986