jueves, 20 de diciembre de 2012

El peso de una canción


Para Luis Vil, un gran cabronazo que les da alas a las palabras y las deja volar en su voz. Gracias por tus robos consentidos y deseados.

Música inyectada en las venas,
notas estupefacientes que hacen olvidar
el dolor de un cuerpo entregado
al vicio más allá del placer.
Mágicos juegos de manos
que acarician promiscuos acordes,
esconden bajo la manga
una voz marcada de deseo.
Horas de luces y sombras
robadas al señor de un tiempo
que se adormece drogado
de ritmos y compases.
Sonidos que se arrastran
sedientos de melodías
logran calmar su sed
en la piel de una guitarra.
Palabras que se encadenan
a unas letras compartidas
en el alma de canciones
vestidas de sangre y sudor.

                                               A.B.B. 20 de diciembre de 2012