viernes, 15 de febrero de 2013

Paradojas


En muy contadas ocasiones me dedico a pensar y casualmente me ha tocado estos diez últimos minutos. A saber cuándo se repetirá.
He llegado a la conclusión de que soy una paradoja ambulante.
Tengo vértigo pero me encanta cotillear por la ventanilla del avión. No me gusta el dulce muy dulce pero me encantan la nata y la mermelada. Odio el frío pero me encanta la nieve. Me molesta la luz pero me encanta el sol. 
¿Es grave, doctor? Si pienso diez minutos más, no quiero ni pensar en qué me convertiría.

A.B.B.  22 de mayo de 2012



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