Vendrán días en que el peso que hoy te abruma se hará liviano. Vendrán días en que ese peso ya no será carga sino bagaje. Vendrán días, han de venir. Porque un alma que alberga sentimientos viles no brilla
y un alma sin brillo es un tiempo marchito para quien lo soporta
-Manolo García-
Dejaré en el camino un te quiero tras otro para que no te pierdas en la noche. Llegaré de un salto hasta un "por fin" y volveré a buscarte para que lo veamos juntos. Quizá no me esperes pues el olvido tiene un corazón que late como el mío. Tal vez no me recuerdes, porque la dureza del viaje ha arrugado mi mirada. Acaso preguntes, ¿quién eres? y no entiendas que soy quien siempre he sido. Quizá ya no te asomes cada día ni cada noche, a la ventana de nuestro mundo, deseando mi regreso. Tal vez el desencuentro, celoso, salga a tu paso y te diga que nunca más volveré. Mas, acaso, todas las palabras vayan y te hablen de mí a escondidas de todos. Y yo, por si la vida es demasiado oscura, y el por fin se pierde entre sus propias letras, dejaré en el camino un te quiero tras otro para que, si quieres, los veamos juntos. A.B.B. 28 de mayo de 2013
Me gustaría cantarle al amor, a la luna y a las estrellas, a los pajaritos que cantan y a las nubes que se levantan, pero mi corazón ha olvidado la letra de las canciones inolvidables y no encuentra la clave que le permita estar a la altura correcta en el pentagrama adecuado. El compás ha perdido el tiempo que da ritmo a la melodía del alma y las nubes se acuestan los pajaritos enmudecen, la luna y las estrellas desaparecen tras negros nubarrones y el amor...¡ay, qué decir del amor representado por un niño en pañales que lanza flechas envenenadas! Él es el culpable de mi repentina afonía, de que el sentir me desafine como si tuviera un gorgorito en cada sentimiento, de que mi razón no pueda dar la nota ni sosteniéndose en el tono de lo más cabal. La rueda armónica no gira en el carro de mi insensatez, y en la escala musical de mis latidos los tonos martillean sin piedad los oídos de una duda sorda. Me gustaría cantar bonitas canciones pero mi voz arrastra su cojera doliente por esa senda solitaria del desamor donde no venden muletas para corazones tuertos. A.B.B. 28 de mayo de 2013