domingo, 17 de marzo de 2013

Son de mar - Manuel Vicent


- Si el cuerpo no apareció, ¿a qué cree usted que se debe?. El mar no quiere hombres. Tarde o temprano suele echarlos fuera, pero diez años parecen demasiados. ¿No se habló de que se había suicidado atándose el ancla al cuello y que se hundió a cien brazas de profundidad?
- Tenía razones muy fuertes para no hacerlo. Ese domingo su mujer le estaba preparando patatas fritas para comer.
- ¿Y ésa es una buena razón para no matarse?
- Lo es.
- ¿Ni para huir?
- Eso creo -contestó muy firme el guardia civil jubilado-. Según contó la mujer en su día, Ulises le había prometido que le traería un atún recién pescado, el primero de la temporada, pero las patatas fritas eran lo que más le gustaba del mundo. Aunque sólo fuera por eso tenía que haber regresado a casa. No había nada que deseara tanto como pescar el primer atún y que Martina friera unas patatas con aceite de oliva. Eso juraba ella.
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Todo el mundo estaba en el jardín y la fiesta ya andaba de remate a primeras horas de la madrugada y las criadas se habían retirado a dormir y dentro de la mansión no había nadie cuando Martina fue por un calmante a la cocina. En el momento de abrir el armario sintió que alguien jadeaba a su espalda. Volvió el rostro y se encontró conque allí había un hombre desconocido. Pese a la sorpresa o el miedo instintivo que esa presencia le había causado, Martina controló el primer vuelco del corazón intuyendo que sería uno de los camareros o algún invitado, pero enseguida vio que aquel hombre le mostraba un pez que llevaba en la mano y le sonreía de forma muy familiar.
- Dije que te iba a traer el primer atún de la temporada. He tenido que ir hasta la isla de Sumatra a pescarlo -habló sosegadamente Ulises elevando la pieza capturada.
- ¿Es un atún de verdad? -preguntó Marina sin prestar mucha atención a las palabras de aquel desconocido.
- Es una prueba de amor. Después de dar la vuelta al mundo he vuelto para decirte que eres la mujer de mi vida -siguió hablando Ulises muy calmado.
- ¡¡¡Aaaaaaaah!!! -gritó Martina.
Cuando algunos invitados llegaron a la cocina atraídos por este alarido vieron a Martina desmayada en el suelo. A su lado había un atún y nadie más.

18 de octubre de 2012


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