viernes, 2 de junio de 2017

La tarara


Pecados que llaman a la puerta
de cuerpos deshabitados
devorados en su día por las gélidas llamas
de orgasmos de piedra
y espasmos hastiados de existir sin ser.
No hay respuesta. Si un día hubo ya no está ahí.
Unos ojos teñidos de placer
se asoman a la ventana de una piel vacía
esperando encontrar entre las sombras
el punto donde se esconden
los mundos prohibidos y olvidados.
Nada se mueve porque nada queda.
Manos que buscan bajo la frigidez 
de un felpudo, la llave oculta
que les permita cruzar el umbral
que separa la realidad ilusoria
de la ilusión real.

                                                    A.B.B. 2 de junio de 2017



   


                           

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