martes, 29 de octubre de 2013

Alma inacabada


Soy un desastre. En mi continuar haciendo limpieza, me topo con palabras y más palabras que no llegaron a mitad del camino; otras ni siquiera al principio. Se quedaron a medio hacer, ancladas a un papel y su tiempo pasó porque pasó el mío.
Como cuatro o cinco abortos de novelas (por suerte). Una incluso de asesinatos-rituales satánicos. Típico tópico cuando uno no sabe en qué perder el tiempo. De ésa recuerdo que en tres capítulos me cargué a cuatro y me estresé yo sola con tanta sangre y tanto a ver qué demonio me invento. Por aquí guardo sus páginas (que ahora me dan risa) desde hace tropecientos años.
Retales de poemas inacabados como mis sentimientos, entre los que acabo de encontrar estas letras un tanto folklóricas y cursis. Soy así. Tengo de tó y pa tó. Podéis reír con ellas. Eso sí, sed benévolos con el sentimiento que encierra.

Intenso recuerdo
me llena de pena,
añorar tus ojos
y tu piel morena.

Me llena de pena 
pensar que te fuiste,
que para siempre
adiós me dijiste.




24 de octubre de 2013

En busca y captura


Si todos somos diferentes, ¿por qué buscamos almas gemelas?



24 de octubre de 2013

La caja tonta


Cada vez que enciendo el televisor me dan ganas de que a cualquier espécimen vivo de una nave espacial que haya perdido el rumbo (de no ser así es imposible que cualquier ser inteligente quiera poner el pie en este planeta) le lleguen telepatéticamente mis mensajes de SOS y me arrastre lejos de este mundo de tarados, retrógrados y humanoides que se sienten felices compitiendo por ver quién de todos tiene menos cerebro y mayor capacidad de gilipollez destructora.
Mis pensamientos y yo nos vamos a concentrar positivamente. Tarea esta poco recompensada y con alto índice de peligrosidad pero me consuela saber que si en casi treinta años no han conseguido anularme, malo va a ser que no consiga seguir esquivando ineptos hasta que me muera. Amén. Y que el dios de la antropofagia me proteja de mis instintos. 



21 de octubre de 2013

Test atemporal


No he podido remediar copiar parte de un test que me hice yo misma (sería para sentirme importante) el 8 de abril de 1986 (debía estar haciendo prácticas de mecanografía porque está escrito a máquina). Esto de guardar tonterías para que veintisiete años después veas que no tienes remedio y que no eran tales tonterías no sé si es correcto, pero da fe de que las personas, en lo fundamental, no cambiamos. Tiene su gracia.

-¿Cualidades que más aprecias en las personas más cercanas?
Ante todo la sinceridad
-¿Ocupación o hobby favorito?
Lectura, música, escribir y hacer reír
¿Animal preferido?
El perro. Y el hombre
-¿Quién te gustaría ser?
Yo misma hasta el fondo, conociéndome bien
-¿Qué es lo que más aprecias en casa de tus amigos?
Que sea confortable y cálida
-¿Cuál es tu principal defecto?
Inconstancia y testarudez
-¿Qué detestas por encima de todo?
La hipocresía y el no pensar que la vida solo se vive una vez, que no da más oportunidades
-¿Cuál es el estado presente de tu espíritu?
Dudoso
-¿Hora del día?
El amanecer y el anochecer



21 de octubre de 2013

lunes, 21 de octubre de 2013

La lluvia y tú -Julieta Pinasco

21 de agosto de 2013



Anoche, mientras la lluvia caía en el patio, recordé cuánto hacía que no pensaba en vos. En vos y la lluvia. Quizá porque te moriste un día de sol radiante, de esos que son una puñalada en la nuca, me angustiaban los días de lluvia, pensándote en el cementerio, solo, con el agua que se filtraba entre las piedras y mojaba el cajoncito que tenía tu cuerpo. Entonces recordé también aquel personaje de García Márquez que tenía una urna con los huesos de sus padres y los llevaba de acá para allá, y adonde iba lo acompañaba el taquetaque de los huesos chocando entre sí, como una musiquita. Y pensé que quizá eso sea la muerte de los que amamos: un ir diluyéndose para reaparecer de vez en cuando porque llueve, o sale el sol, o nos asaltó el perfume de algún jazmín. Una deja de extrañar, es cierto; pero no de querer, porque la casa del corazón siempre levanta nuevos cuartos y no clausura los que se han quedado repentina y tristemente sin habitantes. Vayan estas palabras a la memoria que se viste de ropas inesperadas y sale a bailar.

-Julieta Pinasco-

Apatía

15 de agosto de 2013




Si al saber no se le pone remedio, pierdes más de lo que tenías. No vale quedarse quieto esperando a que las cosas se hagan solas, porque los duendes verdes andan muy ocupados últimamente.

El rebaño de la existencia


12 de agosto de 2013


La dificultad del valor


12 de agosto de 2013



"El valor perfecto consiste en hacer sin testigos lo que seríamos capaces de hacer delante de todo el mundo"
-François De La Rochefoucauld-

L'amour de Cioran


12 de agosto de 2013


Fragmentos de una entrevista - Cioran


12 de agosto de 2013



LA VENTAJA DE LA INSEGURIDAD

Al repartir toda su fortuna, Wittgenstein se salvó espiritualmente. Usted sabe, yo me encontraba mejor desde un punto de vista espiritual, vivía de manera más intensa, cuando tenía solamente una pequeña maleta y no vestía todo el año más que dos trajes, incluso solo uno. Ahora no soy rico, pago pequeños impuestos, gasto muy poco, pero vivo bastante bien, puedo comer lo que quiera, puedo viajar, etc. En resumen, mi vida ha llegado a ser de cierta forma más segura. Ello ha proyectado grandes sombras sobre mí, sombras espirituales. Antes vivía un París de día a día. Pero era más fresco espiritualmente, más joven también, sin duda alguna: era otro hombre. No sabía nunca de qué estaba hecho el mañana. Yo viví veinticinco años en hoteles y fui siempre como un animal, como una bestia salvaje...La seguridad representa un peligro increíble sobre el plano espiritual, así como una salud perfecta es una catástrofe para el espíritu...También un intelectual, o diremos un escritor, debe conservar el sentimiento de no tener suelo sobre el cual apoyarse. Si al contrario, comienza a instalarse, a -¿cómo le diría?- establecerse, está perdido. Entonces, hace una obra, o se convierte -yo no lo soy- en gran escritor: en "alguien". Pero todo aquello es deplorable...La inseguridad es una necesidad absoluta: un escritor cuya vida se convierte en algo seguro es un escritor perdido".

LOS AFORISMOS Y LA NOVELA

"Todo lo que he escrito es un resultado -los aforismos no los escribo primero como aforismos: escribo una página...luego tiro todo y comienzo de nuevo. Para escribir una novela hay que elegir los detalles. Yo, en cambio, no me intereso por los detalles, voy de inmediato a la conclusión. Si escribiera una pieza de teatro, la comenzaría por el quinto acto, porque desde el comienzo de cualquier cosa entreveo ya el final. Con tal concepción de las cosas, uno no puede escribir un libro, ni practicar las bellas letras, ni en general ningún género literario. Es por ello que no soy un escritor, soy un...no sé...un hombre de fragmento...".

LAS CONTRADICCIONES

"Siempre he vivido entre contradicciones y nunca he sufrido. Si hubiera sido sistemático, hubiera debido mentir para encontrar una solución. Ahora bien, no solamente acepté ese carácter insoluble de las cosas, sino que yo mismo encontré, debo decir, cierta voluptuosidad, la voluptuosidad de lo insoluble. Nunca he buscado nivelar, reunir o, como dicen los franceses, conciliar lo irreconciliable. Tomé siempre las contradicciones como venían, tanto en mi vida privada como en la teórica. Nunca tuve metas, nunca pretendí encontrar ningún resultado. Creo que no puede haber, tanto en general como para sí, ni resultado ni meta. No es que todo carezca de sentido -la noción me molesta un poco-, sino que todo es innecesario..."

"Normalmente, de haber sido enteramente consecuente conmigo mismo, no habría podido hacer nada en absoluto. Haciendo algo a pesar de todo me contradije, he vivido en la contradicción. Pero toda vida, creo yo, está en el fondo condenada a la contradicción..."



La absolución - Luis Rosales


9 de agosto de 2013



LA ABSOLUCIÓN

"Si tú me lo pidieras",
si tú me lo pidieras cuando llegue esa hora
en que la vida empieza a hacer preguntas sin respuesta,
como se hace un raspado de matriz
o se pone en las venas una inyección de aire,
y después, 
pero inmediatamente,
oyeses algo más terminante aún:
una respuesta sin pregunta;
y el viento caminara con muletas,
y el mar dejase a nuestras plantas
sus indefensas olas de puntos suspensivos,
y todo ese mañana que hemos vivido juntos
se hiciera sibilante y disimulador
como las ruedas de un tren chirrían cuando se pone
en movimiento,
y la rosa de un solo pétalo se convirtiera en una serpiente
coral,
que levantara su cabeza, 
lela y bamboleante,
de tu cuerpo a mi cuerpo
como se cierra una interrogación.

Esto puede ocurrir,
esto puede ocurrir a cualquier hora,
no me digas, que no, quizás va a acontecer
mañana o esta noche
mientras las ramas y las hojas caen,
las hojas y las horas,
y se quedan suspensas en el aire como se borra en la
memoria una advertencia inútil,
pues
de algún modo,
amiga mía,
ese asombro que siento junto a ti
ya no es vivir sino velar tu cuerpo.

Y sin embargo, 
si tú me lo pidieras,
si tú me lo pidieras aunque ya fuese al despedirte,
si
yo
pudiese oírlo,
aunque fuera una sola vez,
tal vez sería posible que la carne agrietada se volviera a
juntar como se juntan en el labio unas palabras de
perdón,
y la vida ya no sería un gurruño,
y el cuerpo que aún me queda sonaría,
comenzaría a recuperarse como un río se evapora,
y se convierte en un temblor dialogado y concéntrico
sobre la piel tirante de tu vientre
cuando llega esa hora en que la absolución es algo más que
una palabra,
cuando llega esa hora
en que despierta al fin el jardín de los pájaros,
y siento que sus alas me golpean en el rostro
buscando la salida y hallando la alegría,
y el cuerpo se hace música,
música tiritante,
una vez
y otra vez,
con su empujón de lluvia y de violetas húmedas,
hasta sentirme tuyo,
hasta nacerme,
ya
que
si tú me lo pidieras,

no sé cómo,

pero si tú me lo pidieras,
en ese instante mismo nacería.

-Luis Rosales-









Distancias sin retorno

5 de agosto de 2013






La voz de la experiencia


5 de agosto de 2013



"La experiencia es algo que no consigues hasta justo después de necesitarla"
-Sir Laurence Olivier-

Sobrevivir o no


Hoy estoy de limpieza de papeles, o intentándolo, que ya es mucho. 
Regresión al pasado sin anestesia ni cita previa. Necesito espacio para mis libros, aunque al paso que llevo de no tirar nada, seguiremos en las mismas. Y en este querer y no decidirme, me he topado con algunas de mis palabras. Estaban ahí, mirándome, sin más. Por el lugar donde las he encontrado y la manera de redactar, calculo que debía tener entre dieciocho y veinte años cuando las escribí. Ahí es nada. Puedo recordar por qué las plasmé en un papel. Ellas han sobrevivido. Y yo también. Espero que así siga siendo durante todavía mucho tiempo.
Regreso al pasado y compruebo que hay cosas que nunca cambian...Incluidos mis "pero" y mis "aunque".

"Yo tenía una vida. O creía que la tenía. Yo era feliz. O pensaba que era feliz. Pero en este mundo hay demasiadas cosas por encima de los sentimientos. Cuenta más cómo eres, cuánto vales, o lo que tienes, que la sonrisa más sincera que puedas ofrecer.
Y mi mundo cambió. No lo hizo despacito dándome tiempo a coger fuerzas. Cambió en el tiempo que cuesta decir ya. Y nunca nada en mi vida podrá ser como fue, porque nunca podré volver a ser la misma persona. Ésa que me obligaron a abandonar como quien abandona a un niño recién nacido. A ambos nos dejaron lo mismo: incertidumbre, soledad, y miedo a lo que nos deparará la vida. Mas también nos han dado un mundo que todos deberíamos visitar a menudo, aunque pocos lo hacen: el de los sentimientos con mayúsculas. Llegué a él para pasar una temporada y me he quedado a vivir. La pregunta es: ¿sobreviviré?, ¿sobreviviremos?..."



A.B.B. 21 de octubre de 2013

jueves, 10 de octubre de 2013

Telepatía a golpe de tecla


¿Alguna vez se os ha ocurrido pensar que esto es como una manera extraña de telepatía? Por medio de las palabras, es cierto. La mente, a través de las manos, las lanza a un espacio que no existe pero se ve y allí unos ojos que no se ven pero existen, las mandan a otro cerebro que las acepta, las analiza, las desmenuza, las siente o las ignora. 
En décimas de segundo, sin ningún tipo de contacto físico ni acercamiento más allá del sensorial, dos mentes y dos corazones (ya está la romanticona, sí) se comunican compartiendo información, sentimientos y vida.
¿En qué dimensión espacial está este mundo? Se siente uno un poco chamán, viendo más allá de los ojos, sintiendo lo que no se puede tocar y jugando a adivinar lo que va a suceder en el próximo instante.
¿En este mundo el tiempo viaja a la velocidad del espacio, o el espacio a la velocidad del tiempo? ¿Qué significa el tiempo cuando aunque no estés la información está esperando tu regreso? ¿Qué significa el espacio cuando los sentidos no pueden situarlo en ningún lugar concreto?
Al fin y al cabo este "mundo virtual", al igual que la mente, es un espacio no físico del que desconocemos su capacidad de almacenamiento y en el que cada día descubrimos un rincón nuevo que ni siquiera habíamos imaginado encontrar. 
Anoche me acosté con este batiburrillo mental aparecido de entre algún lugar de mis escasas neuronas, y en mis sueños aparecieron personas que no conozco, o al menos no reconozco. Porque en los sueños, como en el espacio virtual, todo es posible. Lo bueno y lo malo. Y quien tenga miedo que no interactúe con nada ni con nadie. Que se quede quieto y deje de soñar. Y de vivir.

A.B.B. 10 de octubre de 2013


Leyendo la vida


Gracias por ayudarme a sostener las páginas de un libro que a veces pesa demasiado como para poder leerlo con calma y tratar de entenderlo. Es difícil, pero basta con tener la certeza de que mientras esté abierto hay esperanza para desear bucear entre sus páginas una y otra vez. Sentir es vivir. Dolor, pena, tristeza, alegría, ilusión, amor, y un largo etcétera. Lo que sea pero sentir. Emocionarse, palpitar, rugir, rabiar, pelear, y otro largo etcétera. 
Mientras dure el privilegio de poder ir pasando una página tras otra, volver atrás, darle la vuelta al libro, leerlo al revés, releerlo y que nunca sea lo mismo, saber que está ahí para nosotros y por nosotros, tenemos la obligación de sentir la vida. No hay tiempo que perder porque ninguno sabemos de cuánto disponemos. No sabemos si mañana podremos seguir disfrutando de su lectura pero sabemos que estamos enganchados a ella y que cada palabra nos hace latir. 
Afortunadamente esa incertidumbre es la que se ofrece a alquilarnos el equipo que nos haga ser lectores dispuestos a correr el riesgo: unas gafas de visión especial para no desaprovechar ni una sola oportunidad de verlo todo desde las profundidades de los sentimientos, unas alas invisibles que nos empujan a escapar del abismo de la no existencia, un traje térmico que mantiene el corazón caliente ante las inclemencias de lo no deseado, y unas botas mágicas para caminar, caminar y caminar entre sus letras sin despellejarse la piel del alma. De nosotros depende querer disfrutar de su lectura o limitarnos a tenerlo encima de la mesa. El resto depende de si el tiempo juega a quitárnoslo de las manos. Ante la duda, merece la pena saborearlo con paladar ávido de sensaciones desconocidas.
Cuando llegue el final del libro, quiero recordar haber vivido. 

A.B.B. 30 de septiembre de 2013