Vendrán días en que el peso que hoy te abruma se hará liviano. Vendrán días en que ese peso ya no será carga sino bagaje. Vendrán días, han de venir. Porque un alma que alberga sentimientos viles no brilla
y un alma sin brillo es un tiempo marchito para quien lo soporta
-Manolo García-
En este frío papel en blanco descansan las palabras muertas enterradas desde hace años y que ahora, día tras día, se empeñan en resucitar como la naturaleza en primavera. Bostezan, abren los ojos a la luz y un tanto indecisas, echan a andar sin rumbo, arrastrando las letras, con el deseo de que alguien se detenga a mirarlas a los ojos y sin pudor las haga suyas. A su paso esparcen hileras de semillas traídas desde un pasado lejano y con la tinta de los sentimientos emborronan la virginal palidez de unas líneas, dispuestas a cambiar el mundo frase a frase o a volver a morir en el intento. Si la suerte les acompaña y caen en mentes fértiles crecerán sanas y bellas, su fuerza levantará pasiones e incluso los papeles del tres al cuarto querrán poseerlas por siempre. Mas pobres de ellas si caen en mente obtusa pues se perderán en el olvido desposeídas de todo privilegio, diluyendo sus lágrimas negras en un mar profundo y oscuro del que no podrán regresar. Las palabras vuelven a nacer, buscando signos que las acompañen quien sabe hacia dónde, para qué o por qué, cargadas de ilusiones recién estrenadas y sin miedo al silencio donde un día habitaron. A.B.B. 29 de diciembre de 2012
Hay besos que alborotan risueños entre los pliegues de sonrisas calladas. Hay besos que hacen equilibrios en la cuerda floja de labios venideros. Hay besos enterrados en sueños bajo capas de inconsciencias halladas. Hay besos refrescantes como ríos que acarician la orilla de corazones sinceros. Hay besos rotos, besos sin dueño, besos vacíos, besos pequeños, besos que besan, besos que llaman, besos que alientan, besos que alarman. Besos que buscan, besos que escapan, besos que vuelven y besos que marchan. Los hay que dicen ser dulces, los hay que cuentan ser tiernos, los hay que se tambalean y caen de bruces, y los hay que saben protegernos. Besos infinitos tatuados en cada alma con el punzón de lo aprendido, a fuego lento, con calma y pulso firme y decidido. Millones de besos vagan perdidos por un universo de pasiones, deseando ser recibidos sin atender a razones. A.B.B. 26 de diciembre de 2012
Para Luis Vil, un gran cabronazo que les da alas a las palabras y las deja volar en su voz. Gracias por tus robos consentidos y deseados. Música inyectada en las venas, notas estupefacientes que hacen olvidar el dolor de un cuerpo entregado al vicio más allá del placer. Mágicos juegos de manos que acarician promiscuos acordes, esconden bajo la manga una voz marcada de deseo. Horas de luces y sombras robadas al señor de un tiempo que se adormece drogado de ritmos y compases. Sonidos que se arrastran sedientos de melodías logran calmar su sed en la piel de una guitarra. Palabras que se encadenan a unas letras compartidas en el alma de canciones vestidas de sangre y sudor. A.B.B. 20 de diciembre de 2012
Para Aurora López, que me hace pensar sin querer en que a veces pensando no se piensa.
El problema de pensar plantea muchas ecuaciones que no llevan a ninguna solución real. No se puede resolver lo que no se sabe cómo ha empezado.
Los pensamientos no tienen principio ni fin. Se encadenan unos a otros, mañana, tarde y noche. Día tras día. Mes tras mes. Año tras año. Sin descanso. No conceden tregua aunque la bandera blanca se agite en la mente.
Gritan como si tuvieran miedo a la soledad, como si no quisieran escuchar su propia voz. Se han acostumbrado a vivir dentro de un circulo que da vueltas como una lavadora; unas veces giran más deprisa y otras su ritmo se ralentiza. Incluso en alguna ocasión llegan a pararse durante unos instantes para observarse entre ellos y comprobar que siguen todos ahí. Se vigilan para asegurarse de que ninguno se queda atrás ni intenta huir.
Son la simbiosis perfectamente imperfecta. El ying y el yang. El blanco y el negro. La cárcel de la que no se puede escapar porque al querer hacerlo tenemos que pensar cómo, cuándo y por qué.
Pasamos la vida pensando. O la vida pasa a nuestro lado mientras lo hacemos. Y pensar en la vida nos conduce irremediablemente a pensar en el final del camino: la muerte. Mas la muerte genera vida. Lo que nos lleva a pensar que la vida no tiene principio ni final, que siempre está ahí. Como los pensamientos.
Los pensamientos son la antesala de los sentimientos; o puede ser que pensemos porque sentimos.
¿Pensamos en el amor o sentimos amor y pensamos en él?
¿Pensamos en la amistad o tenemos amigos y pensamos en ellos?
¿Pensamos en los problemas o los problemas nos hacen pensar?
Pensar nos plantea miles de preguntas, muchas de ellas sin respuesta o con respuestas que no estamos dispuestos a escuchar y olvidamos haber pensado.
Tenemos pensamientos bellos con la esperanza de que se hagan realidad, de que llenen nuestras vidas de ilusiones, de que ese pensamiento revitalizante y el sentimiento que lo escolta nos desborden y rieguen el páramo de la tristeza. Puede ser que eso sea la felicidad: una secuencia más o menos larga de pensamientos y sentimientos de belleza desulumbrante. O puede que no.
Algunos pensamientos van de la mano de la melancolía. Nos traen a la memoria sabores del pasado donde quedaron anclados y no renunciamos a que vuelvan a llenar nuestra boca, aun sabiendo que nunca los podremos volver a saborear. Estos malvados nos hacen sentir perdidos y frágiles.
Otros están enredados con la tristeza y se agarran con fuertes e inquebrantables raíces a nuestro corazón dejándolo sin respiración. Tanto dolor ahoga a los sentimientos de buena voluntad.
Existen tantos pensamientos como sentimientos. O quizá deberíamos aplicar la propiedad conmutativa. El orden de los factores no altera el producto.
Y si no hay suficientes pensamientos para cubrir nuestras necesidades sentimentales, inventamos la manera de estar siempre abastecidos.
No hay mejor manera de recibir a nuevo día, y puede ser que tampoco peor, que pensando.
"¿Qué día es hoy?...Parece que va a llover y no sé dónde está el paraguas...Pese a todo va a ser un día maravilloso". Y lo pasaremos pensando.
"Qué vamos a comer. Cómo llegaremos a fin de mes. Ocurrirá algo maravilloso que cambie nuestras monótonas vidas. Me llamará Equis y saldremos a cenar. Les irá bien a los niños en el colegio. Cuándo dejarán los políticos de creer que somos tontos. El jefe reconocerá por fin mi trabajo. Qué cortos son los días. Me tengo que acostar y han quedado mil cosas sin hacer. Voy a intentar dormir y mañana será otro día..."
Pensamiento-pregunta-duda-pensamiento.
A menudo los pensamientos se suceden tan deprisa que se diría están dispuestos a matarse entre ellos. No da tiempo a pensar que estamos pensando. Llegan dispuestos a provocarnos ansiedad, nervios, angustia, deseos de que pase rápido y llegue el siguiente. Prisas por vivir.
Al minuto siguiente pensamos que nos gustaría que el reloj se parase de repente, que la arena dejase de caer y ese instante durase eternamente. Deseos malempleados en una causa perdida, porque el reloj solamente se detiene en nuestro último segundo de vida.
Y a ese pensamiento le sigue otro y otro y otro más; engranados en ese eje que va haciendo girar el circulo perfecto. Ese principio sin fin y ese fin sin principio, porque estamos encadenados a lo que recordamos y a lo que deseamos poder recordar y somos incapaces de que vuelva a nuestro pensamiento. Hace tiempo que dejamos de sentirlo porque dejamos de pensarlo. ¿O era al revés?
Estamos encadenados a lo que sentimos y a lo que nos gustaría sentir sin pensar; a lo que pensamos y a lo que nos gustaría olvidar que hemos pensado.
Porque mientras pensamos que pasa la vida...pasamos la vida pensando.
Cuando llegues a casa vestido de cansancio y ruido, con el alma arrugada y sudorosa, la mirada saturada de paisajes mundanos y la voz reseca de palabras, mis manos silenciosas desabrocharán los botones de tu angustia y lavarán sin prisa tu fatiga; mis ojos desnudos se llenarán de ti, y mis labios serán el manantial que apagará tu sed. Y si llegas y no estoy, mientras esperas, respírame en el aire que he dejado para ti, encuéntrame en los besos que me has dado, intúyeme en el silencio que te envuelve y relájate... porque no tardo. A.B.B. 28 de noviembre de 2012
Mundo de patanes e ignorantes que adolecen de grave estupidez crónica y se jactan de pecados escupidos en las infectadas fauces del infierno. Mundo de siervos grotescos y crédulos que no dudan que ser feliz consiste en acumular billetes podridos con los que comprar placeres malditos. Renuncio a que mi destino esté marcado con pautas eternamente invocadas por mentes descarnadas. Renuncio a vivir la vida muerte que han reservado en mi nombre falsificando mi firma. Renuncio a que sus corruptas gélidas manos toquen mis ardientes palabras y las conviertan en hielo. Renuncio a que sus ojos inyectados en sangre desnuden lascivos mi libertad y la expongan a sus miradas alienadas. Renuncio a que con sus babas de poder empapen mi cerebro de inmundos deseos engañosos. Y renunciando me convierto en paria de una sociedad amputada de sentimientos. Y renunciando garantizo la supervivencia de mi alma en una tierra desalmada. Y renunciando me complazco de tener las manos limpias, los ojos transparentes y las palabras sanas. Para que conste, a fecha de hoy y disfrutando de plenas facultades mentales renuncio a renunciar de todo aquello que no se compra ni se vende, de mi corazón no transgénico, de mi mente no manipulada, de mis palabras cargadas de letras que acribillan los corazones de los que todavía tienen corazón. Y lo rubrico con la tinta aún caliente de una sangre que hierve en el fuego de sentimientos vírgenes. A.B.B. 6 de diciembre de 2012
Año tras año el frío vuelve y nos quejamos de sus efectos mientras lo vemos tras el cristal. No nos olvidemos de los que sí saben lo que es pasar frío. No nos olvidemos de que somos seres afortunados tocados con la varita mágica de la suerte. No cerremos los ojos ante el infortunio ajeno, porque el no querer ver no nos librará de la epidemia del egoísmo que nos convierte en piedras. Y la suerte no siempre ha de estar de nuestro lado. Abramos los sentidos al mundo real y no vivamos en un inexistente paisaje de cuento. Como cada noche desde hace tanto tiempo que ni siquiera él mismo recuerda, Manuel se acurruca bajo sucios cartones intentando protegerse del frío; o quizá, bajo ellos, como si de una capa élfica se tratase, lo que desea es ser invisible a los ojos del mundo. Ese mundo que día tras día le ha dado la espalda. Ese mundo que intentó comprender sin conseguirlo. Ese mundo lleno de vida, de una vida que ve pasar delante de sus ojos sin detenerse, sin siquiera darle tiempo a levantar su mano para intentar rozar la estela de luz que se agita a tan solo un palmo de la punta de sus dedos. Esta noche, como tantas, su única compañía es el arrugado envase de vino que le calienta por fuera y le destruye por dentro. El néctar envenenado le ayuda a dejar fuera cualquier tipo de pensamiento. Se limita a dejarse llevar por el sopor que produce la embriaguez anhelando que su mente se torne oscuridad. Mas hoy no lo consigue. De alguna parte de su desarropado cerebro llegan recuerdos que sin haber sido invitados, se sientan de golpe en su destartalado corazón haciendo que sus muelles se claven hasta el fondo de sus entrañas. Esta noche mira sus manos temblorosas y llora en silencio los tiempos en que servían para acariciar. Cierra los ojos y una furtiva lágrima lo arrastra a una época en que todo estaba donde tenía que estar. Recuerda el olor del café recién hecho, el beso de buenos días de su mujer, el agua caliente entonando sus músculos, los lametones de aquel chuchillo que apareció una tarde en la puerta de casa, medio muerto de pena y hambre. Recuerda pasear la vista a su alrededor y agradecer tanta felicidad. La lágrima se ha secado a mitad de camino entre su cuello y su alma, cuarteando la maquinaria que bombea su desteñida sangre. Duele. Es un dolor infinito que lo hace retorcerse y gemir. Recordar le está pasando factura, pero no puede dejar de hacerlo. No quiere. Desea terminar con esto de una vez. Se obliga a recordar la mañana en que todo cambió. Al llegar a la oficina una carta de despido le dio la bienvenida a un mundo al que no había imaginado viajar. A partir de entonces, los días lo arrastraron a los bajos fondos de la derrota. No encontró salida. Empezó a beber para olvidar. Cuando recordaba haber olvidado se sentía miserable. Pese a ello la debilidad se agarró a su cuello dispuesta a ahogarlo a la menor oportunidad. Pasaron los meses y las deudas se acumulaban a la par que se acumulaba su decadencia. Una tarde fría y gris, su mujer le dijo que no aguantaba más, y se marchó. Cerró la puerta y nunca regresó. Los amigos desaparecieron como desaparece el humo de un cigarro. Se quedó solo, sin más compañía que aquel chuchillo al que no parecía importarle que se estuviera volviendo invisible. El tiempo se había convertido en su más sanguinario enemigo y cuando en su mente se dibujó la efímera esperanza de poder vencerlo, llegó la puñalada certera de manos de aquella carta de desahucio. El poco mundo que le quedaba desapareció bajo sus trastabillantes pies. El pinchazo le dolió inmensamente, al igual que le está doliendo ahora. ¿En qué se había equivocado? ¿Cuál había sido su error? Quizá confiar demasiado en que las cosas desagradables siempre les pasan a los demás; no prever el punto débil por el que las fortalezas, aún las más inexpugnables, son atacadas; olvidar que en la vida no hay nada seguro, que lo que un día amanece radiante de luz al siguiente puede convertirse en sombras. La batalla lo sorprendió desarmado y ya no hay vuelta atrás. No le queda honor, ese cruel invento del hombre que tantas vidas destroza. No le quedan fuerzas para seguir luchando contra un mundo que lo ve como un despojo digno de compasión pero no de ayuda. Ya no quiere nada de esta vida que alguna vez tuvo entre sus manos. Duele. El pinchazo es más fuerte que el anterior y sabe que esta vez sí. Lo único que lamenta es abandonar a aquel amigo que rescató de una muerte segura y que lo mira con ojos acuosos que gimen mientras le lame su mano casi inerte. Se despide de él, le desea suerte con una última caricia y apretando los ojos se deja llevar hacia un tiempo sin tiempo donde espera descansar y olvidar que un día paseó por aquel camino mal llamado humanidad. A.B.B. 4 de diciembre de 2012
Algún día, en algún lugar con mi lengua dibujaré mariposas en tu pecho y las pintaré con besos. Con mi aliento les daré vida, se desperezarán ansiosas en el mundo de tu cuerpo, abrirán sus alas y con la mirada puesta en el horizonte de tu piel revolotearán decididas a explorar cada centímetro de tu geografía. Algún día, en algún lugar sus colores serán la bandera a la que jurarán lealtad mis deseos desterrados de patria. Algún día, en algún lugar... A.B.B. 3 de diciembre de 2012
Cuando pienso en ti mis manos se convierten en mariposas que vuelan con la esperanza de quemarse en el incendio de tu piel; mis labios se llenan de palabras temblorosas, que ansían llegar a los tuyos y escribir frase tras frase una historia sin final; mi mente imagina perderse en el paisaje de tu enmarañado pecho y sabe que nunca podrá volver atrás porque el camino desaparece en ti; mi cuerpo en guerra reclama su eternidad de gloria y en la apasionada batalla suda lágrimas de placer soñándola. Cuando pienso en ti... el mundo conocido desaparece bajo capas de sentimientos, deseos y sensaciones que esperan el momento de vivir por primera vez. A.B.B. 22 de noviembre de 2012
Los sonidos que se han convertido en palabras y las palabras en otras palabras distintas.
El silencio sabe a dónde tiene que llevar mis palabras. Si no te quisiera tanto acostaría mis sentimientos sobre la escarcha para que se helaran en la noche; les lavaría la boca con lejía a mis palabras descaradas y las castigaría en el cuarto oscuro del silencio. Si no te quisiera tanto destruiría con saña los escalones que llevan a tu cielo precipitándome en el vacío de la más absoluta nada; ataría con la soga del olvido el sentir que pasea por el patio soleado de mi corazón. Si no te quisiera tanto cerraría la cancela de mis recién estrenados deseos y lanzaría la llave más allá de mis sueños; alquilaría mi cuerpo por semanas a cambio de suspiros de hojalata. Si no te quisiera tanto mis manos estarían llenas de ayer, mis besos pudriéndome los labios, mis caricias vestidas de luto y mis palabras intactas. A.B.B. 20 de noviembre de 2012
Puede que no parezca demasiado inspiradora pero es la canción que comenzaba a sonar mientras yo comenzaba a escribir.
Para Sisifo, que arrastra eternamente su peso por el mundo y ha decidido amadrinar todos mis partos. Hoy me has hablado de cartas olvidadas y he vuelto a cruzar océanos de tiempo que han devuelto a mi orilla los restos de un barquito de papel. Con la cubierta engalanada de palabras brillantes como el oro y la bodega sobrecargada por el peso de nuestros corazones se hizo a la mar, inconsciente del peligro de no llegar a puerto. Se lanzaron salvas en su honor mientras se elevaban cánticos por las ingenuas almas a las que de antemano daban por muertas, pues la proeza se convertía en locura cuando no existía esperanza alguna de sobrevivir. Izando la bandera de un amor enaltecido por los vientos favorables levó sus anclas, tratando de ahuyentar a los negros espíritus que duermen en las profundas aguas de la realidad. Mas, ¡ay! los tristes augurios no tardaron en cumplirse. En la breve distancia recorrida entre la partida y el naufragio nuestros inocentes corazones apenas tuvieron tiempo de poner a salvo unos cuantos sentimientos rescatados de una muerte segura. Abrumados por la desolación se escondieron y crecieron ocultos en un páramo triste y reseco, donde cada respiración quemaba por dentro y traía al recuerdo los aromas del mar. Esperaron pacientemente el momento de volver a su añorado hogar. El camino era largo y duro; la oscuridad amenazaba cada paso con su loca mirada asesina y el reloj de arena abandonado en un rincón se permitía arañar cada instante con sus uñas de tiempo perdido. Mas la luz se hizo paso a trompicones entre la aglomeración de sombras y encontró la manera de llegar al instante donde todo empezó. Regresan con las manos cargadas de ayer al lugar en que las heridas sanan, vacilando apenas unos segundos al vislumbrar la corriente que un día estuvo a punto de ahogarlos. Pero el deseo es más fuerte que el miedo porque quien ha conocido el mar ya no será capaz de vivir sin sentir la fuerza del agua, que caprichosa, crea y destruye a su antojo. Porque naciendo hemos muerto, y muriendo de nuevo hemos nacido. A.B.B. 11 de noviembre de 2012
Remolinos de sentimientos acuden en su ayuda cuando las silenciosas aguas del Leteo están a punto de devorar todo lo que fue. Vienen haciendo tanto ruido que el olvido no tiene más remedio que retirarse al triste tálamo donde la oscuridad yace por los siglos de los siglos con las almas deformes que nunca llegaron a nacer. En el submundo de lo inexistente los avisos de Casandra no encuentran oídos en los que reposar y la incauta pasión se adentra en el laberinto desprovista del hilo con el que volver a ser. ¿Quién protegerá sus alas para que el sol no las queme ni la espuma del mar las moje si la inconsciencia se adueña de ella? ¿Llegará la vanidosa Afrodita regalando su melena de estrellas a los placeres nocturnos, o será la celosa Hera quien monte guardia en el umbral de los sueños? No existe razón lógica que impida a la sinrazón volar a lomos de su pegaso de besos hasta quedar extenuada, ni sinrazón que permita a la razón lógica encontrar el dorado templo donde descansar de sus excesos. A.B.B. 5 de noviembre de 2012
abandonándola a su suerte en la peligrosa cuneta de un cielo sin señalizar. Desde mi efímera eternidad consigo preguntarme cómo algo tan ligero puede noquear los sentidos con un golpe tan certero que debilita la conciencia y la arrastra hasta el límite de lo lógicamente ilógico, para después sumergirla en el estanque dorado de los sueños del que quizá nunca vuelva a emerger. Intento abrir los ojos al mundo, pero un sentimiento carmesí los acosa con sus llamas provocando una total ceguera largamente deseada. Abrasada de pasión intento mover mis dedos, mas un sentimiento azul los arrastra a las profundidades de un mar en calma. Ahogándome en mi propia espuma intento mover los labios, cuando un sentimiento cobrizo atraviesa mis palabras tendidas al sol y desordena todas sus letras. Aturdida por el trabalenguas intento mover mi corazón y un sentimiento esmeralda se despunta entre las rocas con su belleza duramente tallada. No hay salida si un definido arco iris de intensos colores te rodea con su brillo intentando poseerte. No hay salida si 21 gramos golpean tu mente con la atrayente fuerza de un huracán sentimental ávido de efectos devastadores. A.B.B. 20 de octubre de 2012
El otro día encontré este "algo" en el baúl de los recuerdos y me gustaría conocer vuestra opinión sobre si intento que la historia continúe o la dejo descansar en paz como historia inconclusa. Elisa estaba sentada tras la ventana de aquel oscuro local, su mirada vagando tras el suave contoneo con el que las minúsculas gotas de lluvia bailaban deslizándose por el cristal, arrastrando con sus movimientos la suciedad acumulada en él. Sus cabellos eran del color del sol al atardecer. Sus ojos del color de la hierba fresca; sus pequeños y carnosos labios del color de la pasión, cual minúsculo reflejo de aquel vestido rojo sangre, que insinuaba armoniosas y perfectas curvas. Su piel tan blanca como el más puro mármol, con un arrebolado matiz en sus mejillas, como si el pintor que le dio vida se hubiera dado cuenta en el último instante de que su paleta se había quedado sin colores. En una esquina de la mesa, una pequeña lámpara con una vela, cuya llama parpadeaba sin cesar, hacía resaltar su palidez y su triste mirada, confiriéndole el aspecto de una figura de cera o de un condenado a muerte a punto de subir al cadalso. Al fondo del local, en un pequeño y destartalado escenario en el que se adivinaban tiempos mejores, una sensual rubia de voz ondulada como su melena, desgranaba una a una las notas de una canción de Billie Holiday...come rain or como shine..., mientras algunas parejas se susurraban, al compás de sus ojos y de sus manos, promesas de amor que quizá nunca cumplirían. Giró levemente la cabeza y fijó su mirada en una farola que acababa de encenderse. Miraba pero no veía, al igual que lloraba sin que una sola lágrima asomase a sus ojos. Ojalá las almas se limpiaran tan fácilmente como los cristales -pensó-. Y su mente galopó sin su permiso al encuentro con el pasado. A otra tarde lluviosa, que sin embargo, en nada se parecía a ésta. Elisa trabajaba desde hacía un par de años en la pequeña floristería de su padre, aunque desde que su mente era capaz de recordar, aquella era su segunda casa. O puede ser que la primera. De niña jugaba a esconderse tras las dalias y los claveles esperando que alguien la encontrara. Más de una vez se quedó dormida en el frío suelo antes de que la echaran en falta. A veces imaginaba que era una mariposa posándose de flor en flor en un inmenso jardín, y acariciaba con cuidado una a una todas las flores, tan suaves como el algodón. Otras, cogía una rosa, respiraba fuerte su aroma y soñaba que era una princesa prisionera en el castillo de un malvado dragón, hasta que aparecía su príncipe -que había tenido que vivir mil y una aventuras para encontrarla-, le ofrecía la más bella rosa, la subía a lomos de su majestuoso caballo blanco y...vivieron felices y comieron perdices. Sólo despertaba de esta ensoñación cuando sentía los pinchazos de las espinas de aquella rosa que llevaba en la mano, como si fuera un aviso de la espina que iba a clavarse en su corazón. Mas seguía soñando y clavándose espinas. Paradójicamente, a medida que iba creciendo, dejó de gustarle que las flores fueran arrancadas de su espacio natural. Le entristecía comprobar lo efímera que es la belleza cuando la apartan de su razón para vivir. Prefería admirar los jardines llenos de radiantes flores, verlas nacer, crecer, deslumbrar con sus colores, luchar contra los elementos externos, marchitarse y finalmente morir. Que la vida siguiera su curso. Que cada cosa ocupase el lugar que le correspondía. - No entiendo por qué nadie regala jardines -se preguntaba una y otra vez. A pesar de todo, siempre había pertenecido a esa floristería. Era un trabajo bonito, y gratificante sentir que la gente a través de las flores intentaba expresar sentimientos para los que casi nunca bastaban las palabras. Pasión, perdón, consuelo, agradecimiento. Amor en definitiva. Siempre amor. Así es que, como ella decía, siempre he vivido rodeada de amor. Por desgracia últimamente corrían malos tiempos para los sentimientos. Decían que el principio de la guerra estaba cerca. A su alrededor la vida continuaba con su ritmo cotidiano y rutinario, pero el aire traía aromas lejanos. Olía a miedo y a preocupación. Llegaban del pasado llantos de muerte y destrucción. Adivinaba en los rostros de la gente curtida, emociones enterradas en el olvido y a las que negaban el encuentro con el presente. En definitiva, todo lo que se ocultaba entre las líneas de cada página de cada hoy, dejaba poco tiempo para el amor y las flores, desterrándolos a furtivos instantes. Sabores de culpabilidad por encontrarse con la belleza en aquellos momentos tan poco propicios para ello. Aquella tarde la lluvia caía con la fuerza de las tormentas de verano. Elisa contemplaba las flores mientras su mente caminaba por esos parajes de desolación. Poco más tenía que hacer ya que con ese aguacero la poca gente que se decidía a salir de sus casas lo hacía a la carrera y su única preocupación era no calarse hasta los huesos. Se detuvo tras la puerta observando el caer de las gotas. Le hechizaba la lluvia. Sentía su poder que purificaba todo lo que tocaba y limpiaba hasta los rincones más escondidos. De niña pasaba horas embobada con las manos y la nariz pegadas en el frío cristal, como si el simple contacto pudiera acercarla más a la lluvia. Sintió deseos de hacer lo mismo y meneó la cabeza sonriendo al darse cuenta de que ahora era ella quien limpiaba los cristales. Cómo cambian las cosas -pensó-. Ni siquiera podía imaginarse cuánto iban a cambiar.
Las horas calladas en que no estás conmigo arrastran grilletes y sábanas blancas aullando lamentos de tiempos perdidos. Ocultas en las sombras juegan a asustarme acercando a mi nuca su hálito frío y tirando de mi alma con sus dedos no vivos. Se vanaglorian de ser crueles y eternas con la arrogancia de creerse vencedoras de un corazón que perdió el sentido. Mas no saben que voy bien armada con el amor rebosante de artillería y tapones en los oídos. La batalla es larga y sangrienta y aunque débil sobrevivo a una espera ya herida de muerte. Las horas calladas en que no estás conmigo encierran las palabras en un calabozo de delirios, me acerco sin miedo y abro la puerta suspirando sonrisas y sonriendo suspiros. A.B.B. 1 de octubre de 2012
¿Cuánto dura la eternidad? El tiempo de tu hambre comiendo mis entrañas, de la nave de tu cuerpo amarrada en mi puerto, de una gota de sudor sorteando tu espalda, de una sonrisa recostada en el diván de mi pecho. El tiempo de un pensamiento nacido de la nada, de un suspiro que se ahoga entre tus dedos, de un gemido forastero en busca de morada, de una espiral de te quieros trepando por mi pelo. El tiempo de tus ojos lanzándose al vacío, de tus manos saltando hacia el averno, de una pena amordazada con tu valiente risa, de una ardiente caricia sacada de un sombrero. El tiempo que nos regala un reloj adelantado con los minutos envueltos en juramentos eternos, que prometen verdades imposibles a cambio de placeres turbulentos.
A.B.B. 24 de septiembre de 2012
La canción que me inspiró
18 de noviembre de 2013 Hay días que abandonan su anonimato para convertirse en especiales por sorpresa. Y hoy es uno de ellos. Alguien me ha regalado una parte de su corazón a través de su voz. Gracias a él un día lluvioso se ha llenado de luz y este humilde espacio donde deposito trocitos de mi alma se viste de gala para celebrarlo https://soundcloud.com/demiurgo-indomita/eternidad-de-bolsillo
Sentimientos más antiguos que el mundo se apoderan de mí y me hacen suya. Cierro los ojos y mi alma vuela a jardines colgantes de eternas primaveras. Paseo sin prisa entre los parterres donde batallones de tulipanes, narcisos, verbena y rosas me escoltan silenciosos hasta el rincón donde me esperan altivos guerreros que me ofrecen descanso, componiendo canciones de amor que el viento susurra delicadamente. Me adormezco protegida entre sus ramas, al calor de unos acordes perfectos. Y me reconcilio con la vida que acepta mis disculpas recelosa aún cual amante herido, ansiosa por que recuerde lo que nunca debí olvidar: formo parte del camino que no lleva a ningún lugar. A.B.B. 24 de septiembre de 2012
Mi corazón tiembla de miedo al ritmo de tus ojos, dejándose llevar con vértigo al centro de la pista de baile de tus manos engalanadas. Siento mi piel arder al contacto con tus dedos, mas como fuego fatuo retrocedo hacia el gélido rincón donde el peligro no puede llegar. Veo tus labios moverse sin que ningún sonido consiga alcanzarme pues mis sentimientos se han quedado sordos. Desearía ensuciar tu alma con mi amor pordiosero manchado de pecado, pero huyo en la carroza de mis besos antes de que se conviertan en barro. A.B.B. 23 de septiembre de 2012
Para India, un ser de la noche que tiene miedo de que la luz se enamore de ella. Entrañable y fan incondicional. Me alimento de la sangre de cuerpos vacíos, de corazones en ruinas que un día tuvieron dueño. Acecho en oscuros callejones sedienta de pecados, esperando a la víctima perfecta de ojos desorbitados por el miedo a ser poseída. Mi mirada se precipita por un acantilado yermo de pasiones. Mis manos desnudas de deseo se esconden en la penumbra habitada por voces que aúllan tu nombre. Pronto son engullidas por la bruma de recuerdos agónicos atrapados en la nada. Le doy la bienvenida a un mundo de silencio y sigo esperando oculta entre las sombras de sentimientos olvidados.
Pulgueta, siempre estarás con nosotros arañándonos el corazón con tu recuerdo. Empieza un nuevo día, abre los ojos a un mundo nuevo de paisajes bonitos y juegos eternos. Muérdele la oreja al señor del tiempo, pídele una bonita cesta en lo más alto del cielo. Maúllale un blues a la luna con tus nuevos compañeros por la noche podré verte y te seguiré queriendo. Trepa valiente hasta esa nube oscura vestida de tristeza y de malos vientos. Paséate tierno y mimoso entre sus caminos de pena, devuelve a sus ojos la alegría con tu mirada amor inmenso. Agradecida y recompuesta, derramará mares de felicidad que inundarán de ti nuestros agostados cuerpos. Atrapa su rabo, lámele el pelo, róbale un suspiro y acurrúcate entre sus dedos. No tengas miedo, ella ya te ama desde que te vio azabache y pequeño. Te abrirá sus brazos dándote consuelo y entonces descansa como un gato bueno. Desde aquí nosotros velaremos tus sueños. A.B.B. 16 de septiembre de 2012
Lágrimas de tinta nadando en el pergamino de tu cuerpo inviolable, empapando cada surco con ancestrales pensamientos nacidos de un breve adiós, llegando por caminos secretos a las entrañas de tus marcas eternamente encarceladas, tatuando sin prisa cada centímetro de tu piel sellada con profundos silencios, arañando las venas de un corazón ennegrecido por el humo de un tren vacío. Lágrimas de tinta que lloran con palabras inertes la pérdida de un corazón callado. A.B.B. 13 de septiembre de 2012